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Raíces de luz: el origen místico del San Pedro (Wachuma)”

  • Writer: Xavier Rubio Val
    Xavier Rubio Val
  • Jul 7
  • 8 min de lectura

Caminando con el Abuelo Wachuma


He sentido el llamado, después de ocho años caminando junto a esta medicina sagrada, he decidido abrir este espacio., soy Navi Samay, guía de Wachuma, también conocida como San Pedro —una medicina aún poco conocida en Occidente, pero con un poder inmenso para sanar, recordar y despertar.

Este blog nace desde la humildad de mi experiencia, con la intención de compartir, guiar y ofrecer una luz para quienes sienten el susurro de la Tierra llamándoles de vuelta al corazón.

San Pedro es una medicina del alma, una medicina antigua, suave, profunda, un abuelo bondadoso, de mirada compasiva, que nos abraza con su dulzura y nos enseña sin juzgar., el no irrumpe, él susurra, nos ayuda a abrir el corazón, a perdonar, a reconciliarnos con nuestra historia y con nuestras raíces.

Nos recuerda algo esencial:, que somos hijos de la Tierra, que la belleza está en la sencillez y que la verdadera medicina es el amor.

En estos tiempos de desconexión, esta planta maestra nos invita a regresar, a volver a escuchar, a sentir, a enraizarnos a mirar dentro y recordar que la paz no se encuentra afuera, sino en el profundo encuentro con uno mismo.

Este blog es un homenaje a ese viaje, y a todos los que, como tú, sienten que la Tierra aún canta.

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 Mi camino con la planta

Todo comenzó un día cualquiera, aunque ahora sé que nada es casual. Estaba en casa, en meditación, y en ese silencio profundo me llegó una palabra, suave pero clara, como un susurro desde muy lejos: Wachuma. No sabía qué significaba. No conocía esa palabra, había escuchado hablar de San Pedro, sí, pero “Wachuma”… eso era nuevo para mí. Un eco antiguo que despertaba algo en mi alma.

En aquel entonces, ya trabajaba como apoyo en retiros de ayahuasca, pero esta medicina no la conocía, movido por la intuición, busqué en internet. Leí. Observé. Reconocí, vi la imagen del cactus, su forma espiralada, su porte sencillo y fuerte… y algo en mí lo recordó.

Conseguí uno en un vivero de mi tierra, Cataluña. Lo cociné con respeto, con corazón, y me fui al bosque, allí, rodeado de árboles, raíces y viento, tomé por primera vez esta medicina, y entonces lo comprendí todo.

Sentí al abuelo. Una energía bondadosa, paciente y compasiva, distinta a otras medicinas, pero profundamente amorosa, me sentí abrazado por la Tierra, me fundí con los árboles, con los pájaros, con los ciclos del bosque, me reconocí, me escuché, volví a mí.

Desde ese día, comenzó mi camino con el abuelo Wachuma., seguí explorando, tomando solo, profundizando. hasta que sentí el impulso de viajar a Perú, a la comunidad de Picoy, para hacer una dieta con el maestro Agustín Guzmán, un guardián sabio de esta tradición.(De él y de mi linaje os hablaré más adelante.)

Esa dieta en Picoy marcó un antes y un después, desde entonces, supe que esta medicina no era solo para mí, senti el llamado de compartirla, de ofrecerla en ceremonia, porque veía su poder, la capacidad de abrir el corazón, de sanar memorias, de aflojar el ego y permitir el perdón, y el perdón, cuando llega, es liberación pura.

Desde entonces, he acompañado a muchas personas en ceremonias, hay tantos testimonios, tantas historias de transformación, de reconciliación, de regreso a la verdad interior…Personas que abrieron puertas internas, que recordaron quiénes eran, que sintieron al fin el abrazo de la Tierra.

Mis ceremonias siempre se realizan en la naturaleza, junto a un río, alrededor del fuego, entre las montañas, donde el espíritu de los Apus nos escucha, allí, bajo el cielo abierto, ocurre la magia.

Los grupos que se forman no son al azar. Hay sincronías hermosas. Almas que se reconocen, y en ese compartir profundo, nacen vínculos sinceros, espejos sagrados, y muchas veces, amistades para toda la vida.

Mi camino con el abuelo Wachuma continúa, sigue latiendo, creciendo, revelando, y este blog es parte de ese florecimiento.

Porque esta medicina es un regalo, un canto antiguo que hoy vuelve a sonar con fuerza, una medicina de amor, de conexión, de recuerdo.

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El que camina en silencio: mi encuentro con Agustín Guzmán


“Donde canta el cóndor y florece la medicina”

Después de un tiempo caminando con el abuelo Wachuma por mi cuenta, sentí en lo profundo del alma la necesidad de ir al origen, así como mi camino con la ayahuasca me llevó a las selvas del Perú, a beber de las raíces vivas de esa sabiduría, también sentí que debía hacer lo mismo con el San Pedro., ir al corazón de la montaña, beber directamente de la fuente, sentir el canto ancestral de los Andes.

Fue entonces cuando me puse en contacto con Agustín Guzmán, un guía silencioso, un maestro de pocas palabras y mirada profunda, su presencia, humilde pero firme, me inspiró desde el primer instante. Un hombre profundamente comprometido con su cultura, con su tierra y con la medicina que porta: la Wachuma.

Pasé varios días junto a él en la sierra del Perú, en el pueblo de Picoy, rodeado de montañas que susurran antiguos cantos, allí viví una experiencia inolvidable.

Vi volar al cóndor, mensajero del gran espíritu, me bañé en aguas termales mientras la medicina florecía dentro de mí, me interné en paisajes sagrados, en un poblado preincaico, donde aún habitan las piedras antiguas y los ecos de los abuelos, allí vi Wachumas en flor, un momento profundamente simbólico, como si la planta misma me dijera:, ahora sí. Has llegado."

Fue un tiempo de silencio, de escucha, de apertura, Agustín no necesitaba muchas palabras, sus enseñanzas llegaban a través de los gestos, de su manera de mirar, de su caminar entre la tierra, de cómo preparaba la medicina con respeto y devoción.

Esta experiencia queda guardada en mi corazón como uno de los momentos más luminosos de mi camino, y quiero honrarlo aquí, compartiendo con vosotros algunas frases de Agustín Guzmán, fragmentos de su sabiduría que me acompañan hasta hoy:


Palabras del maestro Agustín Guzmán

“La Wachuma, medicina del alma y del autoconocimiento.”(Agustín Guzmán – fragmento de su ponencia en la Red Ibérica de Luz)
“En la cultura Chavín… ahí nació la Wachuma, ahí la cultivaron… Especialmente en Cusco, los sacerdotes y el Inca comulgaban con esta medicina… Hoy… hay suficiente medicina para curar a la humanidad.”
“Yo me volví alcohólico… por ahí la planta se me acercó… ‘hijo, te has equivocado de camino… llegó la hora de la justicia y te vamos a dar sabiduría’.”

 ¿Quién es Agustín Guzmán?


Agustín es un guardián andino de la medicina de Wachuma, con más de 25 años de experiencia.Es licenciado en Turismo y Hotelería, investigador de saberes indígenas y fundador de la Escuela de Arte Nyi, en Perú, su visión integra arte, medicina y cultura ancestral, y ha sido ponente en diversos encuentros internacionales sobre plantas sagradas.

Su vida es un ejemplo de transformación personal, pues como él mismo cuenta, fue la medicina quien lo llamó desde el dolor, lo sanó y lo condujo al camino de servicio.



Orígenes botánicos y geográficos


Nombre científico: Trichocereus macrogonus var. pachanoi, también conocido como Echinopsis pachanoi o tradicionalmente como huachuma, achuma, aqhuacoya, wachuma

Lugar de origen: Cordillera de los Andes, entre el norte de Perú, Ecuador y Colombia, a altitudes que van de 1000 a 3000 m

También se halla en Bolivia, Chile, Argentina, Venezuela y zonas andinas altas


Evidencia arqueológica y uso ancestral


Cóndor y Wachuma: guardianes del mismo cielo


En lo alto de los Andes, donde el viento canta con voz antigua, el cóndor despliega sus alas sobre las montañas sagradas.


Él y el Abuelo Wachuma comparten el mismo hogar: tierras elevadas, llenas de silencio y misterio.


Ambos son mensajeros de lo profundo, guías entre mundos.


El uno vuela, el otro enraíza.


Pero los dos nos enseñan a ver desde arriba y sentir desde dentro, a encontrar visión y sabiduría en la vastedad de la Tierra.

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  •  Significado cultural y etimología


  • Hachuma / wachuma / achuma proviene del quechua, y en Ecuador se llama también aguacolla 

  • El nombre “San Pedro” fue impuesto tras la colonización, comparando a San Pedro como portador de llaves al acceso espiritual que brinda la planta

  • Actualmente, en Perú es Patrimonio Cultural de la Nación por su uso ceremonial indígena


Relación con la mescalina y uso ceremonial

  • Contiene mescalina (0.05–4.7 % del peso seco) y otros alcaloides como hordenina y tiramina 

  • Su uso en rituales de chamanes dura entre 10–12 h, brindando conexión con la Pachamama y una expansión de conciencia “macrocósmica” 

  • Considerada la “planta masculina” de los Andes, en contraste con la Ayahuasca de la selva 


Donde crece naturalmente


  • Su hábitat natural son suelos pedregosos y bien drenados, de 6000 a 9000 pies (~1800–3000 m) en los Andes 

  • Tolera frío hasta –15 °C gracias a su adaptación a altitud y lluvias estacionales .


Ecos arqueológicos del abuelo wachuma


Estas imágenes nos conectan con un pasado ancestral donde la Wachuma no era una planta más, sino un canal sagrado de experiencia ritual y comunicación con los espíritus. Desde los muros de piedra en Chavín hasta la iconografía que nos muestra figuras sosteniendo cactus, vemos cómo el cordón que une al hombre andino con esta medicina estuvo siempre tejido en su propia cultura y paisaje.

La estela del portador del cactus, datada en torno al 750 a.C., es quizá una de las pruebas más claras: un sacerdote o chamán mostrando el cactus como un báculo de poder, un símbolo de conexión entre los mundos, .estas imágenes testimonian que, desde tiempos tempranos, la Wachuma fue una medicina central en la ceremonia, la sanación y la transformación en los Andes.



Un regalo de la Tierra


Reflexión final

Wachuma es una medicina que, aunque aún permanece bastante desconocida en muchos rincones del mundo, posee raíces muy, muy profundas, nace de civilizaciones antiguas, de culturas que sabían leer el lenguaje del viento, del agua, del fuego… del cactus que crece calladamente entre las piedras altas de los Andes.

Aquellos pueblos sabían que la Tierra tiene medicina, sabían que el corazón necesita guía, supieron encontrar, en este cactus de luz, una herramienta de visión, sanación y comunión.

Hoy, sin embargo, mucho de esa sabiduría se ha ido perdiendo nos alejamos de la Tierra, nos desconectamos de los ciclos, de los elementos, de nosotros mismos. y por eso, hoy más que nunca, esta medicina vuelve a asomar, humilde y firme, como el abuelo que espera sin prisa.

Es importante que exista la posibilidad de acceder a esta medicina con respeto, con escucha, con discernimiento., no es para todos, y no siempre es el momento, pero cuando llega el llamado, ese susurro interior que invita a mirar dentro y reconectar, la planta está ahí, viva, dispuesta a acompañar.

Yo, por mi parte, seguiré haciendo propuestas, seguiré creando espacios donde esta sabiduría pueda compartirse con amor y con conciencia, porque sé, desde lo más profundo, que esta medicina es un regalo de la Tierra para el ser humano, una ofrenda antigua , pue nos ayuda a recordar lo esencial:

que la paz no se compra, se cultiva., que el corazón tiene voz., que todos, en algún rincón del alma, deseamos volver a casa.

Y quizá, solo quizá, el abuelo Wachuma es uno de los caminos de regreso.


 
 
 

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